UN ESPACIO DE INTERVENCIÓN EN LA IMAGEN
Ediciones de la Mirada se fundó en Valencia en 1994 como un proyecto editorial independiente que tenía la representación de la imagen contemporánea como principal campo de intervención. A lo largo de sus pocos pero intensos años de existencia, se entendió su labor editorial como una herramienta en constante transformación que elaboraba, a través de sus diversas publicaciones, una línea alejada radicalmente de la mayoría de las editoriales y publicaciones en torno al cinematógrafo y el audiovisual existentes en aquel momento.
La construcción de un discurso marginal dentro de los canales comerciales de distribución, asumiendo las leyes de un mercado que por su propia naturaleza lo excluye, era uno de sus principales objetivos. Demostrar que es posible, defendiendo a ultranza la independencia, crear desde el interior de dicho mercado, un lugar de resistencia crítica.
La verdadera radicalidad del discurso alternativo y límite sobre el hecho cinematográfico y audiovisual, no se asienta tanto en la posible originalidad y marginalidad de lo dicho como en la necesaria conformidad y centralidad del decir. La marginalidad no debe ser una descripción del lugar desde el que se escribe, sino una definición de la actitud ante la reflexión. El discurso marginal es el que coloca en el centro de la atención aquello que el discurso normal o dominante deja en los bordes, ya sea por demasiado obvio o por demasiado espinoso. La reflexión debe ser -porque si no, no es nada- marginal por principio, pues siempre se sitúa -ha de situarse- como una mirada desplazada respecto a un objeto en constante pérdida.
Ediciones de la Mirada no adoptaba posturas ni poses fáciles, sino más bien todo lo contrario: creía que el verdadero potencial transgresor de la marginalidad reside en intentar darla a conocer al mayor número de personas posible: "colocarla" en el centro de la atención.
La publicación que mejor definió Ediciones de la Mirada fue Banda Aparte. Revista de cine-Formas de ver. A partir de ella nacieron las posteriores colecciones de libros (Contraluz, Banda Aparte Imágenes, Banda Aparte Películas...). En sus 21 números publicados Banda Aparte acogió en sus páginas e hizo propios aquellos discursos que se situaban en los márgenes de lo cinematográfico y el audiovisual, y que las demás revistas de cine bien los emplazaban a su periferia o directamente descartaban. Banda Aparte, después de una trayectoria anterior caracterizada por una constante búsqueda de definición en la propia experiencia como publicación, consiguió una estructura interna cohesionada donde llegaron a convivir secciones dedicadas a las prácticas audiovisuales y la cultura mediática (Toponimias) o centradas en la historia e historiografía de los pre-cines (Universo Trápala) o aquéllas que se ocupaban del cinematógrafo actual (Reencuadres y Nuestro Cinema). Aglutinar en una publicación que se subtitulaba "revista de cine" todas esas secciones era una opción arriesgada que intentaba aunar, en un mismo espacio de escritura, los orígenes o la arqueología del cine con las prácticas audiovisuales más radicales, pasando por el cinematógrafo. Lejos de establecerse como universos antagónicos o heterogéneos, su coexistencia en la misma publicación, más aún, su compenetración y acaso su hipotética y futurible conexión e interpretación, era un rasgo definitorio que caracterizaba claramente la posición ideológica de una revista como Banda Aparte.
El discurso hegemónico se basa en una apología de las nuevas formas de dominio tecnológico, en gran medida sostenido por una negación de la historia y la memoria, comenzando por la memoria y la historia de las propias imágenes. Banda Aparte, y por extensión Ediciones de la Mirada y todas sus publicaciones, en cambio, deseaba problematizar el nuevo estado de cosas social, económico y político del tardocapìtalismo y su lógica cultural, reconociéndose principalmente en una tradición: la tradición plural del discurso crítico.
Hace unos años, Serge Daney reflexionaba a propósito de la Guerra del Golfo, y sobre todo el modo en que los estudiantes de cine recibían esta guerra a través de la televisión: para ellos, la ausencia de contracampo en la visión propuesta del conflicto es una ausencia de pensamiento a propósito del asunto, es decir, una reflexión militante. Se hace preciso recordar que el cine ha regalado a nuestro siglo instrumentos para pensar, llamados montaje, primer plano o campo-contracampo. La mención a Serge Daney no es ociosa, pues Banda Aparte se sabía contemporánea de la situación que Daney llamó postcinematográfica, y de lo que en algunos ambientes se denominó "el cine después del cine".
Cuando Ediciones de la Mirada desapareció, después de casi siete años de vida en los que se publicaron los mencionados 21 números de Banda Aparte y 31 libros en sus diversas colecciones, quedó frustrado un proyecto editorial que en realidad comenzaba entonces a encontrar y definir sus principales señas de identidad. El espacio y el hueco que dejó tras ella no fue cubierto, si entendemos dicho espacio como una práctica independiente y valiente de la praxis editorial, donde antes que los criterios profesionales y anhelos personales se anteponía lo que Jean-Luc Godard, en una rueda de prensa posterior a la presentación de una de sus películas, respondió a la pregunta de qué era lo que a sus años le llevaba a seguir creando: "pasión y compromiso".
Esta página pretende ser la memoria de la labor que desarrolló la aventura editorial de Ediciones de la Mirada y, al mismo tiempo, el puente y enlace a otra nueva y arriesgada propuesta cuya travesía, una vez más, no ha hecho sino comenzar.